Dice un proverbio español, recopilado en la obra “Filosofía vulgar” (1568) por Juan de Mal Lara, que “el hábito no hace al monje”, pero ¿con acierto?
Se supone que el sentido es similar a la también española frase proverbial “las apariencias engañan”, aunque ésta última parece referirse más a apariencias efímeras.
Volviendo a la relación entre hábito y monje (lo externo y lo interno), podemos considerar “hábito” en dos significados: hábito como atuendo cotidiano, y hábito como forma de actuar de forma cotidiana. En ambos llegamos a una nueva palabra clave: lo “cotidiano”.
Parece entonces que las apariencias, cuando son cotidianas, no engañan, y de la misma forma que a un árbol se le reconoce por su tronco, hojas, flores y frutos (ya sé que recuerda a otra frase), el atuendo y los hábitos, exteriorizan lo interno.
Siguiendo con relaciones aparentemente inconexas, al igual que dice la antigua premisa hermética “arriba igual que abajo”, vamos a atrevernos entonces con la siguiente: “fuera igual que dentro”, que contradiría también a la de Juan de Mal Lara, indicando que “el hábito sí hace al monje”.
He de reconocer que en mi experiencia personal he aprendido que funciona mejor el flujo inverso, es decir, “el monje hace al hábito” , pues es lo interno lo que termina por reflejarse en lo externo; y no me estoy inventando nada, pues ya otro ilustre guerrero pacífico (Mahatma Ghandi) sentenció sabiamente “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.